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SALUDO

La noticia de que en Pamplona se ha constituido una Asociación de estudios históricos de Navarra con el nombre de Xavier Mina me ha llenado de satisfacción porque desde mi punto de vista incluye, entre otros motivos, el reconocimiento de una personalidad, a la que he dedicado muchos años de estudio. Una personalidad que honra a Navarra y honra a España, como arquetipo del hombre joven que en un tiempo de revoluciones y cambios profundos, se convierte en acérrimo defensor de la libertad y de la justicia.

La confirmación de su desconocimiento, relativo en Navarra pero absoluto en el resto de España, lo que coincidía con el interés y la atención que su figura había despertado en México y en el resto de América a lo largo de dos siglos, me pareció tan aberrante que me impulsó a trabajar en la reivindicación de una personalidad tan compleja, prematuramente desaparecida, llena de matices y colores de tonos muy diversos.

Espero que la puesta a disposición de los especialistas y del público en general de los materiales recuperados y los que se vayan conociendo a partir de ahora permita una valoración más justa y más cercana a la realidad de su vida, sus actividades políticas y militares y sobre todo sus ideas, pensamientos y propósitos, tan poco conocidos como insuficientemente analizados y comentados.

Lo que se conoce hasta ahora aparece lleno de huecos, lagunas y espacios vacíos cargados de interrogantes y preguntas. Durante años he estado esperando la aparición de algún fondo documental que permitiera responder a las cuestiones todavía sin desvelar. No ha sido así. Sin embargo, en los materiales a disposición de los investigadores e interesados, quizás sea posible encontrar todavía un buen número de señales, pistas y hojas de ruta que posibiliten un trabajo que, con toda seguridad, estará lleno de emoción e interés.

Manuel Ortuño Martínez

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El conocimiento histórico es uno de los que más influencia tienen sobre la plena consciencia del ser humano. Así, a mayor conocimiento sobre la     verdad de lo sucedido mayores son las posibilidades de ejercer la libertad. Sin ir más lejos, las personas podrán descubrir la evolución que hubo desde la comunidad vecinal hasta la sociedad organizada en su propio Estado. Al igual que, en el caso de Navarra, podrán conocer cómo a consecuencia de la invasión y conquista padecida, a manos de otros Estados, se minorizó a la Sociedad que sufre por ello un proceso continuado de primitivización, consuetudinización y regresión, volviendo hacia una precaria y subordinada comunidad. De ahí que, la necesaria independencia implica la recuperación de la Sociedad propia y de su Estado, pues, de no ser así, se quedaría la gente en el nivel de la comunidad, cuando éste es un estadio  inferior a la Sociedad, a la Nación y al Estado.

La eliminación de la Reforma navarra, como consecuencia de la conquista, fue realmente el hecho con efectos que podríamos calificar de más determinantes para la ciudadanía navarra. Lo que trajo consigo la imposibilidad, que todavía se arrastra, de articular la fuerza social basada en la libertad personal y en sus correspondientes derechos políticos y nacionales. Para llegar a esta situación de inerme indefensión el poder conquistador ha inoculado en el cuerpo de la nación conquistada dos anestésicos sumamente paralizantes: el soborno crónico en los aledaños del poder a costa del erario público y un falso comunitarismo consuetudinizado, de origen contrareformado, que anula a la persona.

Después del vaciamiento contrareformador, llevado hasta el punto cero por el aparato ocupante y la contrarreforma católica, vino más recientemente, como consecuencia de la marea europea y global (tecnológica, científica y económica) la imperiosa aplicación de los nuevos conocimientos, pero directamente sobre el negro suelo de la contrarreforma y de la negación de la libertad de conciencia, lo que ocasiona importantes efectos nocivos, por limitativos, de la eficacia de las nuevas aportaciones en el funcionamiento de los sistemas democráticos, públicos y privados. Estas reflexiones igualmente me llevaron a constatar en toda su crudeza la ausencia del mínimo respeto a la base de la soberanía de esta sociedad, que son los derechos personales y colectivos, por las instituciones tanto públicas como privadas, confundiéndolo además como una supuesta especificidad  de Navarra, patraña ya demasiado interiorizada por los navarros en general.

Aún partiendo de la necesidad de una investigación y comprobación científica -que nace de la suficiencia investigadora y de la metodología académica- la historia no puede ser el monopolio de unos iniciados, ya que forma parte del universo mental de todos los ciudadanos, constituyendo parte considerable de la conformación de la propia persona y de su libertad. El nacimiento de la asociación Xavier Mina coincide por un lado con el impulso del 2012, en el 500 aniversario de la invasión española de Navarra en 1512, y por otro lado con el segundo centenario de la emancipación americana, en cuya empresa por la liberación de México tomó parte destacada Xavier Mina, fríamente asesinado por los enemigos de la libertad.

Tomás Urzainqui Mina

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Siempre es motivo de alegría el nacimiento de una Asociación Cultural. En este caso la satisfacción es mucho mayor, si tenemos en cuenta que la Asociación Xavier Mina de Estudios de Navarra, surge con el objetivo de ahondar en la historia de Navarra, de un territorio histórico del que todavía los propios navarros desconocemos muchos aspectos y conocemos de manera deficiente otros tantos, debido a diversas causas, ajenas a los intereses y demandas de la mayoría de los ciudadanos navarros.

Considero que todos debemos tener muy presente la frase de Denis Diderot relativa a que la ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio. Por ello, me resulta gratificante saber que los objetivos con los que nace la citada Asociación, están basados en el impulso del conocimiento de nuestra historia para que todos seamos menos ignorantes, alejándonos de los retorcidos apriorismos y prejuicios que tanto daño han hecho y hacen a la cultura, y animando a participar en dicho proyecto al mayor número de personas e instituciones tanto navarras como de cualquier otro territorio europeo, americano, etc., sinceramente interesadas en la cultura. Y todo ello sin exclusiones ni negaciones, como lo exige el interés común por el conocimiento y el desarrollo de la capacidad de todos los ciudadanos de pensar por nosotros mismos.

Si hacemos el ejercicio de reflexionar, sin grandes problemas llegamos a la triste conclusión de que conocemos mucho mejor la historia de otros territorios que la historia de Navarra, que es propia y común de todos los navarros y navarras. Y no olvidemos que la historia de Navarra es de tanta importancia como la de otros territorios, por lo que de ningún modo debemos caer en el error histórico de que sea minusvalorada. Al respecto se puede hablar largo y tendido, pero siendo escuetos solo expongo la frase Navarra será el asombro del mundo (“Navarre shall be the wonder of the World”), escrita por Shakespeare, por medio de la que todos nos damos cuenta de cual fue la visión que muchos intelectuales tuvieron del reino pirenaico.

Con esto no quiero decir que no debamos conocer la historia de otros territorios, ni mucho menos. Es más, creo que es de gran importancia poder realizar estudios comparados de lo que pasó en territorios diversos, por ello, cuanto mayor sea el conocimiento de la historia de Navarra, mejor podremos comprenderla en relación a la de otras zonas.

Por otra parte, nunca debemos olvidar que otro de los objetivos prioritarios de la cultura debe ser su difusión entre la ciudadanía. Este es uno de los principales y más loables objetivos con los que nace la Asociación Xavier Mina, más aún teniendo en cuenta el momento de crisis y recesión económica en que vivimos, que también nos afecta a navarras y navarros.

Por todo ello brindo por el nacimiento de la Asociación Xavier Mina de Estudios de Navarra, con la esperanza de que pueda sacar adelante el proyecto y los objetivos de sus miembros fundadores, que a mi entender son los mismos que comparte la mayoría de la sociedad navarra.

Álvaro Adot Lerga

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Navarra cuenta con diferentes universidades, sociedades y fundaciones que vienen investigando y divulgando la Historia del reino pirenaico desde muy diferentes prismas metodológicos y conceptuales. Falta, sin embargo, una asociación centrada en investigar y divulgar los acontecimientos centrales que han marcado el devenir constitucional e identitario de Navarra desde una perspectiva revisionista que, deseamos, logre cubrir la naciente Asociación Xavier Mina.

Todavía hoy suele ser recurrente la definición de Historia acuñada por Voltaire como “el relato de hechos que se tienen por verdaderos” diferenciándolos de la falsedad de los mitos y fábulas. Es ahí donde toma un papel preponderante el oficio del historiador, que se definirá por su capacidad para la construcción del hecho histórico a partir de la documentación y otras fuentes. Pero las fuentes no son asépticas. La labor del historiador no consiste únicamente en una mera lectura y reescritura de documentos. El historiador debe interpretar la documentación y trasladarla a hechos reales, para así reconstruir el pasado. No podemos obviar que la documentación emanada por las estructuras del poder está viciada por una determinada perspectiva que puede incluso estar deliberadamente falseada, por lo que habrá de ser analizada críticamente por el historiador. Ciertamente, resulta crucial discernir desde la historiografía lo verdadero o histórico de lo falso. Pero esta realidad no ha de obcecarnos, sobre todo cuando el hecho histórico mitificado se ha considerado verdad incuestionable a lo largo de la historia y, sobre todo, cuando esa mitificación ha sustentado tradiciones de largo recorrido. Es lo que ha ocurrido en Navarra. Deseamos a la Asociación Xavier Mina largo y fructífero recorrido.

Roldán Jimeno Aranguren

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800 años. Nada menos que durante ocho siglos Navarra fue un reino independiente con un rico pasado que fue recogido a través de una ingente documentación que todavía se guarda en diferentes archivos. Sin embargo, y a diferencia de sus vecinos, careció de un cronista que desglosara los principales acontecimientos ocurridos en el reino pirenaico y que ofreciera la versión navarra de esos hechos. A causa de esa ausencia, los relatos construidos por los cronistas de otros reinos, especialmente de aquellos que fueron conquistando y ocupando los territorios de la monarquía vascona a lo largo de los siglos, se terminaron convirtiendo en la versión oficial de lo ocurrido durante esos 800 años y relegaron nuestro pasado a un plano secundario frente a la historia de las potencias dominadoras del reino navarro.

Estos hechos explican que, en la actualidad, los navarros conozcan mejor el pasado de otros lugares que el suyo propio y que acontecimientos claves para el devenir de nuestra tierra se despachen en los libros de Historia en unas pocas líneas y recurriendo a eufemismos que esconden la verdadera dimensión de los acontecimientos, como sustituir conquista por voluntaria entrega o incorporación, términos mucho más favorables para los vencedores y que buscan ocultar los motivos por los que un reino independiente ha terminado convertido en una simple comunidad autónoma y con su territorio dividido entre diferentes administraciones de dos estados.

Afortunadamente, en los últimos años, un grupo de historiadores se está encargando de ofrecer nuestra historia desde un punto de vista nuestro siguiendo el camino trazado por eruditos como Arturo Campion o Iturralde y Suit. Y como hicieron ellos en su día, se están constituyendo una serie de asociaciones que buscan aunar esfuerzos para potenciar el estudio de nuestro pasado y su difusión entre la ciudadanía. Ese es el gran objetivo de la Asociación Xavier Mina de Estudios Históricos de Navarra, cuya creación celebramos todos aquellos que disfrutamos descubriendo nuestra historia, ya que el conocimiento de nuestro pasado es fundamental a la hora de comprender el presente y diseñar el futuro. Porque los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.

Mucho ánimo y suerte a los miembros y simpatizantes de la Asociación Xavier Mina en esa necesaria e imprescindible tarea de dar a conocer nuestra historia desde el punto de vista navarro.

Pello Guerra Viscarret

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Una de las ideas fundamentales de esta fundación es la de mostrar una realidad, la conquista de Navarra y sus consecuencias, que ha sido distorsionada por visiones extremistas durante demasiados años y que necesita de un aristotélico término medio que determine con claridad todo lo sucedido. A este respecto cabe suponer que aquellas posiciones más alejadas de lo que realmente ocurrió reaccionen con virulencia frente a un posicionamiento cuyo único objetivo es la presentación y el estudio de la verdad. No cabe duda de que el oficio de historiador resulta profundamente complicado cuando su labor se mezcla con los sentimientos. En dicha circunstancia se debe trabajar con la asepsia necesaria, aunque tampoco se puede caer en una temerosa mojigatería frente a aquellos que seguramente advertirán interesadamente de una supuesta politización de la Historia.

La conquista de Navarra no es un tema fácil de tratar, pues son demasiados los años, las centurias incluso, en los que se ha dado una única visión de lo sucedido. Desde el inicio de la conquista se ideó todo un programa que se encargaría de acabar con la conciencia nacional de los navarros. Así el propio Elio Antonio de Nebrija no dudó en afirmar que en el reino recién conquistado es preciso emplear nuevas artes hasta que los ánimos de los nuevos súbditos, despojados de sus antiguos hábitos, vayan acostumbrándose a otros nuevos. Poco tiempo después Maquiavelo, quien había tenido a Fernando el Católico como verdadero ejemplo de príncipe del Renacimiento, no dudó en afirmar lo siguiente: Existen tres modos para conservar un estado –de su conquista ya hemos hablado– habituado a vivir en libertad y con leyes propias: el primero aniquilarlo; el segundo, residir en él; y el tercero, dejar que viva con sus leyes, obteniendo de él tributos y creando en su interior una oligarquía que haga perdurar su fidelidad. Pues siendo tal gobierno una creación del príncipe, saben que no se puede sostener sin su amistad y poderío, con lo que harán todo lo posible por mantener su dominación; porque una ciudad habituada a vivir libre se conserva más fácilmente con el apoyo de sus ciudadanos que de ningún otro modo si se quiere evitar su destrucción.

En Navarra parece evidente que se aplicó el tercer modelo, y es por ello que existe una clara “vía oficial” que pretende mostrar las bondades de la conquista y obviar en todo momento que aquello fue un acto de fuerza que violentó la libertad y la existencia de un estado nacional independiente como era el reino de Navarra.

Son muchos los esquemas preconcebidos, la mayoría de ellos inculcados desde la infancia, que deben ser derribados para así obtener una visión mucho más real de lo que fue Navarra y lo que supuso su existencia. Baste como ejemplo recordar que en aquel tiempo Navarra tenía una “sexta merindad” más allá de los Pirineos, cordillera geográfica que desde pequeños nos han enseñado que separa a España de Francia. Sí, a España de Francia, pero no así a Navarra que no tenía a estas montañas por frontera natural, ni cultural ni política.

El prometedor nacimiento de una asociación como es la Xavier Mina supone la apertura de una nueva ventana que permita el paso de la luz frente a tanto oscurantismo precedente. En definitiva, no puedo por menos que sumarme a este esperanzador proyecto, cuyos objetivos son los que siempre deberían haber estado encima de la mesa de entidades públicas y privadas: contar la historia de Navarra sin someterla constantemente a la de España.

Aitor Pescador Medrano

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Saludo con satisfacción el nacimiento de la Asociación Xabier Mina de la que ya me honro en formar parte y cuya misión ha de ser fundamental de cara a reivindicar la verdadera historia de Navarra (y de los otros territorios que la han configurado históricamente) frente a interpretaciones interesadas y manipuladoras, tanto del nacionalismo vasco como del español, subrayando su protagonismo como sujeto político desde el siglo VI hasta el XIX, fundamental de cara a consolidar y demandar un ilusionante proyecto de futuro. Porque, en definitiva, Navarra debe y va a recuperar el lugar que le corresponde y que le ha sido hurtado. Yo, al menos, pongo todo mi esfuerzo e inteligencia en este proyecto compartido con vosotros. En este sentido, agradezco vuestro esfuerzo, así como que me consideréis un compañero más en este viaje tan sugerente como esperanzador y comprometido.

Esteban Anchustegui Igartua

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Un mensaje ampliamente difundido en nuestro mundo actual es que el pasado histórico es algo de importancia relativa o menor, que lo verdaderamente importante es mirar hacia el futuro y construir un presente sólido. Se trata de un mensaje sostenido, evidentemente,  por quienes han manipulado el conocimiento de la historia de acuerdo a sus intereses presentes y futuros, o por aquellos a quien esa manipulación no afecta de manera palpable. Por el contrario, otros pensamos que la ocultación y falsificación de ese pasado histórico es una forma de robarnos una parte de nuestra propia personalidad, y, en consecuencia,  que el conocimiento de la historia es un requisito ineludible para el conocimiento de la realidad presente.

La falsificación de que ha sido objeto la historia de Navarra, aunque resulta un caso paradigmático, no es algo aislado en nuestro mundo actual, donde la producción de conocimiento se encuentra cada vez en mayor medida sujeta a los intereses gubernativos y controlada desde los ámbitos académico, educativo y mediático. En este sentido, iniciativas como la Asociación Xavier Mina, con las que contrarrestar la parcialidad del conocimiento histórico que la oficialidad pone a nuestra disposición, resultan completamente necesarias y motivo de satisfacción para quienes pensamos que el conocimiento racional, la búsqueda de información veraz, el análisis, la contrastación y el debate, son los principales mecanismos que deben guiar nuestra existencia.

Para mí es un placer prestar apoyo a la Asociación de Estudios Históricos Xavier Mina, y saludar a sus miembros, cuya obra y esfuerzo me han proporcionado el acceso a información imprescindible en relación al pasado y a la historia de Navarra.

Alberto Garcia Manzanal

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